OPINIÓN

Parcelas: el mercado gris de la vivienda. ( Patricio Urquieta García, ex Intendente región de Atacama )

La venta de parcelas es el mercado gris de la vivienda. Es legal subdividirlas y venderlas, pero sería ilegal si el ánimo es destinarlas al exclusivo uso habitacional, como está ocurriendo.  Por ello, hace unos días el Gobierno (a petición de Alcaldes) ordenó suspender o rechazar las solicitudes de subdivisión de predios rústicos cuando ellas promueven el surgimiento irregular de nuevos núcleos urbanos al margen de la planificación territorial que realiza el Municipio en conjunto con el Minvu.

 

Cabe preguntarse ¿por qué las personas destinan zonas rurales al uso habitacional? Algunas razones son: 1) El alto costo de la vivienda urbana. La especulación, el acceso al crédito, la inseguridad, la habitabilidad, la contaminación, los conflictos con vecinos, entre otros temas, han conducido a muchas familias – según sus posibilidades económicas – a vivir en forma regular o irregular (tomas) fuera del área urbana; 2) La planificación territorial (plan regulador) que realiza el Estado está desfasada con los actuales desafíos de las ciudades que tienen más gente, mayor demanda de infraestructura, y menos suelo donde construir; y 3) el déficit habitacional, que no sólo requiere más recursos que alienten la construcción, sino también suelo disponible y acceso a los servicios.

 

En el actual contexto la medida de este Gobierno es un error y la principal afectada es la clase media. Por un lado desconoce que el problema es del Estado, y no de las personas. Ese mercado gris es una consecuencia del retraso en la planificación territorial que deben impulsar los municipios. Las familias necesitan una respuesta habitacional que la ciudad no brinda, y la clase media opta por resolver el problema viviendo en la ruralidad a pesar de la precariedad que implica por la distancia, la ausencia de infraestructura y servicios y el mayor costo cotidiano que implica. Y por otro, aumenta aún más el costo de la vida. Una prohibición de subdividir terrenos rurales convierte a las parcelas ya subidividas en un bien escaso, y por tanto eleva su valor. Si antes era difícil comprar una vivienda en la ciudad, ahora también lo será en la ruralidad.

 

Es una medida centralista que desconoce la realidad regional, eliminando una alternativa viable de solución privada. En síntesis: el sector público no avanza con la rapidez necesaria, y como el perro del hortelano que no come ni deja comer, este Gobierno – en concomitancia con algunos Alcaldes – no resuelve ni deja resolver, subiendo el costo del sueño de toda familia chilena: la vivienda propia.

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