OPINIÓN

“Alternativas populares a un modelo social” Por Elías Úbeda Greig, psicólogo Clínico y Forense

La Palabra popular puede tener las más diversas interpretaciones sociales o culturales: música popular, personaje popular; o popular como: relativo al pueblo.

Ahora bien, no es materia de esta presentación hacer un análisis de filosofía política respecto a los modelos de organización económica y social; sin embargo, es necesario llamar la atención respecto del modelo imperante que propone ideales de libertad, competencia, premio al esfuerzo, la meritocracia; y otros valores como el orden, la disciplina, entre otros. Pero que en la práctica continúa siendo excusa para forajidos que se aprovechan mañosamente de la ausencia en los discursos e idearios, de conceptos como: honradez, honorabilidad, consciencia, solidaridad, fraternidad, respeto, autorregulación, rectitud, apego a la Ley, entre muchas otras. Como las anteriores están ausentes (junto al verbo regular) parecen el equivalente a algún vacío “legal” y peor aun moral, que permite que las farmacias se coludan, las agencias de pensiones paguen jubilaciones de miseria, el papel higiénico acuerde precios sin considerar prioritariamente la suavidad o eficiencia a la hora imaginada.

Entonces, frente a esta sensación psicológica de desprotección social surgen buenas ideas como la farmacia popular, que nos permite sentir vergüenza ajena al darnos cuenta de cuánto puede costar realmente un medicamento comparado al de las grandes cadenas. Lo mismo acaba de ocurrir con la librería popular con libros que cuestan entre un 40 y un 70 por ciento menos que el ofrecido en el mercado; y que en 48 horas ya había recibido 500 asistentes. Otro número: en las primeras horas había vendido 300 libros. A esto, se suma ahora la óptica popular, y las ideas de una Universidad abierta y de la vivienda popular.

¿Será que al final del túnel se vislumbra una luz, que mañana tendremos algo así como un sistema de jubilación popular, o una forma alternativa de gestión social participativa donde lo razonable y el sentido común nos ofrezcan un mejor destino?

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