OPINIÓN

La “verdadera” democracia de izquierda ( Patricio Urquieta Garcia , ex Intendente Región de Atacama )

 

 

La disconformidad con la política, en parte, es el efecto de la ineficacia del Estado. Su inacción deconstruye la función del Ejecutivo (no actúa), y vacía de contenido a la definición misma de la ley entregada por el Código Civil (no manda, prohibe o permite). ¿Por qué ocurre esto?

El Gobierno del Presidente Boric tiene una idea del poder heredada del comunismo soviético, cuyo propósito es la revolución y la instalación de un nuevo Estado, como expresión de una “verdadera democracia”. Para la extrema izquierda, la legitimidad de la acción pública vendría del respaldo de las organizaciones sociales, y no del Congreso, que carecería de representación popular. Por ello propone “democratizar” los ámbitos de competencia de una autoridad, transformándolos en tareas de deliberación colectiva, eliminando con ello la responsabilidad del que la detenta. Lo que no informan es que el espacio de deliberación combina inexperiencia con expertise, y que está capturado por grupos políticamente afines con participación mayoritaria, deteriorando así el diálogo democrático.

El exceso es enemigo del equilibrio, y el primero siempre provoca daño. Es bueno beber agua, pero en exceso ahoga. Si cada asunto público es objeto de la participación –indeseada por la gran mayoría de la ciudadanía, que sólo espera que alguien haga lo que se debe hacer y no que se le responsabilice por el trabajo de otro– se inicia una política de la “permisología social”, cuyo destino irremediable es la inacción. Es indiscutible la necesidad del Estado y su conducción democrática (elecciones), pero su inacción provoca un resentimiento que perjudica la percepción de su utilidad y de la pertinencia de los sacrificios compartidos para mantenerlo.

Hoy, desde el interior del Estado se promueve su derrumbe. La izquierda gobernante –mediante la democratización de cada espacio– intenta destruir definitivamente la confianza ciudadana en el Estado, con el solo propósito de rediseñarlo y apoderarse de él.  Un reflejo de la “verdadera democracia” que reclaman, y de la profunda distancia con la gran mayoría de los chilenos que esperan un fortalecimiento de la acción pública con mejores líderes.

 

 

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