OPINIÓN

Se termina… ¿o no? ( Patricio Urquieta Garcia. ex Intendente Región de Atacama )

 

 

Lo trascendental del proceso constitucional es lo que vendrá después del plebiscito. El resultado del domingo pondrá a prueba la confianza de Chile en la democracia representativa y, por ello, la estabilidad institucional. Si gana el “a favor”, se deberá cumplir la nueva Constitución; si gana el “en contra”, la Constitución vigente. Lo importante no es quien gana sino quien cumple.  Tengo 3 razones para dudar si cumplen.

 

La primera es que, al igual que el 4/S, el voto ciudadano se entregará con el ánimo de decidir. El 2022 el Gobierno del Presidente Boric afirmó que no habría otro proceso constitucional, y lo iniciaron; dictaron una norma constitucional, y no la cumplieron. Ahora reiteraron el discurso, y existe el legítimo temor de que no cumplan.

 

La segunda es que el hastío constitucional devino en una expectativa de solución. El estándar con el que se medirá el éxito o fracaso de la propuesta es si ofrece una respuesta oportuna a los problemas de hoy (delincuencia, salud, educación y economía). Como ya advirtieron muchos, ese propósito es irrealizable con un texto de principios cuyo horizonte de implementación institucional no resiste la urgencia que demanda la realidad con la que se compromete.

 

La tercera es que la extrema izquierda no aceptó (ni acepta) la voluntad de la mayoría, y por eso el 4/S afirmó “todavía no hemos ganado”. Nos anticipó que continuará. Ha sido su único propósito en décadas a fin de quedarse con el poder total. Lo iniciaron en la calle, lo plasmaron en su propuesta rechazada el 4/S y, según las iniciativas parlamentarias ingresadas este 2023 por el PC y sus seguidores, intentan resucitarla en el Congreso. Todos los cambios institucionales que inició la izquierda aumentaron el gasto, y ninguno mejoró la gestión pública (más parlamentarios y los gobernadores regionales).

 

El proceso constitucional debe terminar, y los parlamentarios cumplir. El costo lo pagan los chilenos. El mundo político debiera tener presente la popular expresión del Presidente de Argentina, J. Milei, “no hay plata” con el agregado chileno “ni tiempo”. De lo contrario, por culpa de la izquierda la gente podría cansarse de la democracia.

 

 

 

 

 

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