OPINIÓN

La izquierda y el vacío de autoridad ( Patricio Urquieta García, ex Intendente Región de Atacama )

 

El Gobierno del Presidente Boric cayó en su propia trampa intelectual.  La democratización de los espacios es un concepto izquierdista que, según C. Peña, refiere quitar el poder al líder y trasladarlo a los integrantes del grupo, donde todos son autónomos, dotados del mismo poder de decisión, y que por ello actúan según la deliberación colectiva. En simple, eliminar la autoridad. Dicho concepto logró instalar la idea de que la autoridad del líder es una imposición ilegítima, porque estaría fundada en una ventaja oculta de quien la detenta; de que el mérito es la capacidad de hacer eco de las ideas de la mayoría; y de que el respeto de la minoría es más importante que el de la mayoría. Esa democratización afectó el espacio público, la escuela y la familia. Usted podrá advertir las incoherencias del pensamiento descrito, y también que estamos experimentando las consecuencias.

 

Hoy nos gobierna una izquierda que entiende que la caída de la pobreza al 6,5% (Casen 2022) motivada por subsidios estatales, en un escenario económico de menor crecimiento y mayor desempleo, es un éxito; cuya complicidad con el octubrismo (descrita por F. Villegas, en Insurrección) implicó –además de respaldar la violencia hacia la autoridad policial– indultos a delincuentes comunes y pensiones vitalicias; y que impulsa una Comisión contra (para) la desinformación que revele la verdad a Chile.  Así, la izquierda abandona el terreno de las razones, y se impone por la fuerza.

 

En tales circunstancias, según la última encuesta CEP, el 66% de los chilenos afirma que Chile necesita un gobierno firme; el 79% que la obediencia y el respeto a la autoridad son los valores más importantes que los niños deben aprender, y el 77% no se identifica con un partido político.  Todo representa el rechazo a la democratización de la izquierda.

 

Los chilenos necesitan un liderazgo diferente e instituciones cuyos propósitos y acciones representen el orden y la defensa de los valores de la identidad nacional.  No se trata solo de un Presidente con las cualidades que carece G. Boric –coherencia, preparación y experiencia– sino de las ideas que impulse la coalición que gobierne en el futuro. Desde Gramsci, el predominio cultural es un anhelo de la izquierda y –oculta en el disfraz de la democratización– nos impone “progresistamente” una agenda totalitaria. Así, en la batalla cultural, la defensa de la identidad nacional exige la proactividad de la mayoría en torno a la libertad, la igualdad de oportunidades, la propiedad privada, la soberanía nacional, el Estado de Derecho y la democracia, es decir todo aquello que la izquierda denomina modelo neoliberal y que quiere “sepultar”, para instalar una ideología de la identidad que divide a los chilenos y que en diciembre podría decir adiós.

 

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